'Te quiero' y otras dudas

Hace poco me preguntaron: “¿por qué no dices te quiero?” !Mierda, me han pillado!, pensé yo, aunque tarde o temprano alguien iba a darse cuenta. Lo peor es que tenía que explicarme e intentar ordenar lo que pasa por mi cabeza, algo que ni yo entiendo. El tema es que no lo digo porque, siendo sincera, no sé si lo siento. O sea, sí, tengo cariño, aprecio, cercanía, a veces incluso dependencia afectiva, pero ¿eso es querer? Es que las veces que lo he dicho me ha sonado vacío, como si repitiese un diálogo aprendido. No era mentira, pero tampoco verdad. Un gris más en mi colección de grises.
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Sinceridad en el CV

Podemos normalizar ya lo de ser sincero buscando trabajo, ¿no?
Porque vivo en un país donde hasta los políticos mienten en el CV y aquí no pasa nada, todos duermen tranquilos por las noches. Y mientras tanto estoy yo, intentando hacer las cosas bien y quedando como una pringada porque parece que decir la verdad es de ingenuos. Y la gente, tan tranquila, diciéndome: “bueno, es que todo el mundo miente”. Ah, pues genial. Si todos se tiran del puente, ¿me tiro yo también? Pues por lo visto sí, porque si no mientes no pasas el primer filtro. Menudo sistema.
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Invisible, Eloy Moreno

¿Quién no ha deseado alguna vez ser invisible? ¿Quién no ha deseado alguna vez dejar de serlo?
Invisible, de Eloy Moreno, narra la historia de un niño que sufre acoso escolar y que, ante el dolor y la incomprensión, se refugia en su propio mundo interior, lo que le deja profundamente solo. Pero es su manera de sobrevivir, su superpoder: volverse invisible.
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Agujero - Escritura automática

Aún queda hueco, aún se puede escribir una frase más. Aún se puede empujar esta historia, un poco más. Llevarla hacia un final o hacia un comienzo. Estirarla, torcerla, doblarla, hasta que no puedas más. Hasta que el hueco finalmente deje de ser, desaparezca, se esfume mientras se llena. ¿Quién no ha huido también cuando lo tenía todo?
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Heridas sin cerrar

No sé si lo que dije ayer sirvió de algo.
Ni siquiera sé si llegué a decirlo.
Tal vez sólo lo pensé muy fuerte.
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Carta de despedida

Hoy me han pedido que me despida de ti.
Que te dedique unas últimas palabras,
que ponga fin a este capítulo,
para poder seguir avanzando.
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Sin nombre ni apellidos

 Si estás leyendo esto, significa que he encontrado el valor para mandártelo.
Californication.


No me resulta fácil confiar en alguien porque en el pasado acabe con la espalda acuchillada. No me siento a salvo con nadie por lo que las palabras no suelen fluir. También es verdad que lo de las palabras nunca fue mi fuerte, no se me da bien explicarme y mucho menos cuando trato de decir algo que ni yo entiendo. Pero es que es así, ni yo misma me entiendo.
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Un momento de ternura y de piedad, Irene Cuevas

Me encontré con Un momento de ternura y de piedad de Irene Cuevas en una publicación de Instagram de literatura.o.barbarie que tenía como título: Libros raros para gente rara. Fui de cabeza. Y no me equivoqué. El tema del suicidio me toca muy de cerca, así que no podía dejarlo pasar cuando leí 'una diva suicida en potencia'. Algo parecido me pasó cuando escuché la frase con la que Juan Gómez-Jurado comienza Reina Roja: “Antonia Scott solo se permite pensar en el suicidio tres minutos al día." Esta frase que nombra algo que casi nadie se atreve a decir en voz alta, sacó el libro de mi larga lista de pendientes.
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Más que yo

Serás mi memoria.
Guardarás las líneas -mínimo cuatro-
que intentarán deshacer el garabato que soy.
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Pubertat, Leticia Dolera

Cuando empecé la sección 'Entre páginas' pensé que solo hablaría de libros. Pero necesito hablar, y recomendar, esta serie. Así que me voy a tomar la licencia de ampliar el concepto: las series, películas y el teatro también tienen guiones, textos, páginas al fin y al cabo. Y, ya que estamos, lo extiendo a canciones , con sus letras y partituras, y a videojuegos, con sus guiones y biblias.

Al grano. Hoy vengo a hablar de Pubertat (sí, por fin recomiendo algo sin titubear). Es una serie coral que aconsejo ver en versión original, en catalán. Yo la vi doblada y el doblaje es… durillo. Te acostumbras, pero chirría, resulta menos natural y creo que te hace perder parte las emociones de los actores. En HBO Max no me aparecía la opción de verla en VO, aunque seguro que merece hacerlo.

En solo 6 capítulos, de entre 42 y 52 minutos, Pubertat consigue hablar de muchos temas. Me pareció lenta al principio, pero también me obligaba a seguir, a querer saber cómo se cierran las cosas, qué decisiones toman los personajes. Creo que esa necesidad de terminarla surgía de no la sensación de no querer verme envuelta en lo que están sintiendo los personajes, ni en como actuaria yo si estuviera en esas situaciones. Con el tiempo entendí que esa “lentitud” es necesaria: te da espacio para reflexionar, para digerir lo que estás viendo.

La serie está creada, coescrita y dirigida por Leticia Dolera, que ya sabe lo que es moverse entre la espada y la pared, basta recordar la polémica por el despido de Aina Clotet en Vida perfecta. Y que tiene habilidad, unas veces peor y otras mejor, para abrir diálogo. Vida perfecta aún no la he visto (me da curiosidad y algo de pereza al mismo tiempo), pero sí su primera película, Requisitos para ser una persona normal, que me gustó mucho y ganó en el Festival de Málaga los premios a mejor guion novel, fotografía y montaje.

La trama no se dedica a señalar buenos y malos de forma simplista. Dolera muestra que nadie tiene todas las respuestas y que la vida siempre es más complicada que el guion de cualquier serie. En Pubertat, Dolera trata temas como la lealtad, la amistad, la pertenencia a un grupo, lo que hacemos o no hacemos para ello. Habla del consentimiento, el miedo a no ser creídos, la educación sexual, el porno y los menores, el control parental, la confianza, la identidad, el deseo de ser visto, la lucha por ser queridos. También esta presente el choque de valores y de cómo, a veces, nos obligan a elegir hacia qué lado caer cuando solo queremos mantener el equilibrio,  nos vemos obligados a revisar nuestras prioridades. De cómo nos hacemos los ciegos para no ver lo que no queremos ver.
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