Si estás leyendo esto, significa que he encontrado el valor para mandártelo.
Californication.
No me resulta fácil confiar en alguien porque en el pasado acabe con la espalda acuchillada. No me siento a salvo con nadie por lo que las palabras no suelen fluir. También es verdad que lo de las palabras nunca fue mi fuerte, no se me da bien explicarme y mucho menos cuando trato de decir algo que ni yo entiendo. Pero es que es así, ni yo misma me entiendo.
A veces, como en este momento, consigo descifrar pedazos de mí, que tengo que ir reuniendo, pero nunca consigo ponerle nombre y apellidos a lo que me pasa. Siento que vuelvo a no pisar sobre seguro; que mi mundo, como fichas de dominó, se desmorona al más mínimo roce; que todo lo que me rodea son arenas movedizas que cuanto más intento salir más me hunden, y yo, ignorante e impotente, me estoy quedando sin fuerzas y sin ganas. Solo me apetece llorar en mi cama abarrotada de mis peluches (aceptemos cama abarrotada de peluches como tierra firme). Con esto no pretendo que me consueles o me comprendas, no te puedo pedir algo que ni yo he conseguido, tampoco intento que tú me descifres, sé que es algo que solo yo puedo hacer. Y sé que esto no contesta a tu pregunta, y siento decirte que probablemente no sea la única que se quede sin respuesta, pero necesito que conozcas parte de lo que te vas a encontrar en el camino conmigo. Sé que tu pregunta se responde con un si o un no, con un 50-50, con un me la juego o no, con un blanco o negro, pero para mí no es fácil, por exceso de juego tuve que dejar apostar y siempre he sido más de pasearme por toda la escala de grises, antes de actuar. Pienso demasiado las cosas no puedo evitarlo, siempre ando buscando la salida de emergencia, y ahora que conoces parte de las curvas, cuestas y piedras del camino voy a tomarme la cobardía de mostrarte una de ellas y dejar que tú contestes primero.
¿Conmigo hasta el infinito?
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