Las tres noches, Borja Gozález

Descubrí Grito nocturno por casualidad en un viaje en el metro, me puse a cotillear uno de los carteles de libros en la calle. Me llamó la atención sus viñetas, los colores y su ambientación. Lo encontré en eBiblio, lo pillé y lo leí, a lo loco, sin bichear previamente.
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Rendición, Ray loriga

Rendición, premio alfaguara de novela 2017, me parece una fábula futurista donde la perfección no es perfecta. Es una novela breve, pero densa en lo que remueve, ofreciendo una visión intimista, cruda e introspectiva de un posible futuro. Cuenta con una narración que a algunos les ha resultado impersonal, monótona y fría, y que a mí me enganchó, diría que es la voz de alguien que ha aprendido a sobrevivir sin hacer ruido. Una voz cansada y lúcida. La calma de quien ya ha visto demasiado.
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Invisible, Eloy Moreno

¿Quién no ha deseado alguna vez ser invisible? ¿Quién no ha deseado alguna vez dejar de serlo?
Invisible, de Eloy Moreno, narra la historia de un niño que sufre acoso escolar y que, ante el dolor y la incomprensión, se refugia en su propio mundo interior, lo que le deja profundamente solo. Pero es su manera de sobrevivir, su superpoder: volverse invisible.
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Un momento de ternura y de piedad, Irene Cuevas

Me encontré con Un momento de ternura y de piedad de Irene Cuevas en una publicación de Instagram de literatura.o.barbarie que tenía como título: Libros raros para gente rara. Fui de cabeza. Y no me equivoqué. El tema del suicidio me toca muy de cerca, así que no podía dejarlo pasar cuando leí 'una diva suicida en potencia'. Algo parecido me pasó cuando escuché la frase con la que Juan Gómez-Jurado comienza Reina Roja: “Antonia Scott solo se permite pensar en el suicidio tres minutos al día." Esta frase que nombra algo que casi nadie se atreve a decir en voz alta, sacó el libro de mi larga lista de pendientes.
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Pubertat, Leticia Dolera

Cuando empecé la sección 'Entre páginas' pensé que solo hablaría de libros. Pero necesito hablar, y recomendar, esta serie. Así que me voy a tomar la licencia de ampliar el concepto: las series, películas y el teatro también tienen guiones, textos, páginas al fin y al cabo. Y, ya que estamos, lo extiendo a canciones , con sus letras y partituras, y a videojuegos, con sus guiones y biblias.

Al grano. Hoy vengo a hablar de Pubertat (sí, por fin recomiendo algo sin titubear). Es una serie coral que aconsejo ver en versión original, en catalán. Yo la vi doblada y el doblaje es… durillo. Te acostumbras, pero chirría, resulta menos natural y creo que te hace perder parte las emociones de los actores. En HBO Max no me aparecía la opción de verla en VO, aunque seguro que merece hacerlo.

En solo 6 capítulos, de entre 42 y 52 minutos, Pubertat consigue hablar de muchos temas. Me pareció lenta al principio, pero también me obligaba a seguir, a querer saber cómo se cierran las cosas, qué decisiones toman los personajes. Creo que esa necesidad de terminarla surgía de no la sensación de no querer verme envuelta en lo que están sintiendo los personajes, ni en como actuaria yo si estuviera en esas situaciones. Con el tiempo entendí que esa “lentitud” es necesaria: te da espacio para reflexionar, para digerir lo que estás viendo.

La serie está creada, coescrita y dirigida por Leticia Dolera, que ya sabe lo que es moverse entre la espada y la pared, basta recordar la polémica por el despido de Aina Clotet en Vida perfecta. Y que tiene habilidad, unas veces peor y otras mejor, para abrir diálogo. Vida perfecta aún no la he visto (me da curiosidad y algo de pereza al mismo tiempo), pero sí su primera película, Requisitos para ser una persona normal, que me gustó mucho y ganó en el Festival de Málaga los premios a mejor guion novel, fotografía y montaje.

La trama no se dedica a señalar buenos y malos de forma simplista. Dolera muestra que nadie tiene todas las respuestas y que la vida siempre es más complicada que el guion de cualquier serie. En Pubertat, Dolera trata temas como la lealtad, la amistad, la pertenencia a un grupo, lo que hacemos o no hacemos para ello. Habla del consentimiento, el miedo a no ser creídos, la educación sexual, el porno y los menores, el control parental, la confianza, la identidad, el deseo de ser visto, la lucha por ser queridos. También esta presente el choque de valores y de cómo, a veces, nos obligan a elegir hacia qué lado caer cuando solo queremos mantener el equilibrio,  nos vemos obligados a revisar nuestras prioridades. De cómo nos hacemos los ciegos para no ver lo que no queremos ver.
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Héroes, Ray Loriga

Héroes es de esas novelas que cuesta explicar. Y no porque sea especialmente complicada, sino porque se mueve en un terreno raro: entre lo poético, lo existencial y lo colgado. Es una historia sin historia: no hay trama lineal, ni personajes que evolucionen, ni grandes revelaciones. Es un collage emocional, un vinilo lleno de chasquidos, pensamientos sueltos, música, drogas y una buena dosis de desidia. Un diario escrito desde una habitación cerrada, con las cortinas bajadas y David Bowie de fondo.
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Reseña: Literati, Barry McCrea

Literati es un libro que parte de una buena idea y una premisa atractiva, pero que, como he leído también en otras reseñas, no termina de desarrollar del todo bien su potencial ni de definir claramente sus propias líneas. Es de esos libros que parecen prometer mucho más de lo que finalmente entregan. ¡Vamos! El libro engaña: primero con la portada, que sugiere una época distinta a la que realmente corresponde la historia, y después con la sinopsis, que tampoco refleja con precisión de qué trata.
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